miércoles, 5 de noviembre de 2008

III.- El respeto al periodista


Hola de nuevo, pequeños míos. Bueno, después de nuestras dos primeras lecciones espero que hayáis comenzado a utilizar de forma correcta un periódico, lo que es fundamental, como ya dijimos, para realizar una buena labor periodística.

Y es en este sentido que, antes de continuar con nuestros consejos, he de hablaros de un tema muy serio. Sé que el tono de estas lecciones no ha de ser excesivamente formal, sino que estamos aquí para aprender divirtiéndonos. Pero este es un asunto que debemos tratar como adultos, ya que está haciendo mella en la opinión que tiene la gente de la calle sobre nosotros, los dueños legítimos de la información, ya que para algo hemos estudiado una carrera.

He recibido muchas cartas preguntándome sobre el tema de la falta de respeto que muestra toda persona ajena a este maravilloso mundo que es el de los medios de comunicación, y comentándome, además, que la comunidad informativa está muy preocupada, sin saber bien qué se ha de hacer, lo que me ha demostrado el grado de inquietud en el que vivís todos vosotros. También he recibido otras cartas menos agradables, como paquetes bomba provenientes de la Asociación de Imitadores de Personajes Históricos Famosos, pero esa es otra historia.

La falta de respeto al periodista viene de la mano de rumores y habladurías tales como que, para entrar a trabajar a un periódico, se han de ofrecer favores sexuales a los redactores jefes, o que cualquiera puede ascender, siento tener que decirlo, practicando (¡dios, cómo plantear esto de un modo delicado!)… practicando el sexo oral y/o anal. Pero esto sólo son falacias que nos vejan, no únicamente como periodistas, sino como personas que somos, con nuestro corazón y nuestro hígado, y todos nuestros órganos en general.

Dichas faltas de consideración vienen dadas, como es lógico, por un desconocimiento absoluto del fabuloso ambiente de respeto y camaradería que se respira en una redacción, no por un deseo de hacer daño o menospreciar.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la redacción como la “acción y efecto de redactar", pero también como el “lugar u oficina donde se redacta”, y yo aún diría más, como el “conjunto de redactores de una publicación periódica”. Pero, en mi humilde opinión, yo considero esas definiciones como meras disecciones forenses de lo que es en realidad una redacción.

No creáis que exagero al afirmar que una redacción es el lugar más feliz sobre la faz de este glorioso planeta que llamamos Tierra. Hay quien afirma, incluso, que flota polvo de hada en el aire de una redacción. Todos los compañeros se llevan bien, y el afecto que se establece entre ellos es sincero y sano, de forma que no hay competitividad, recelos, envidias, o atracción sexual. En una redacción cada uno sabe qué es lo que tiene que hacer, y ayuda sin dudarlo en todo lo que puedan a sus compañeros que se hayan quedado un poco rezagados en sus tareas. La gente de un periódico, es sin duda, una gran gente, y nunca aceptarían ser humillados por jefes o superiores, que por otra parte, son también buena gente, desde el gerente al director, pasando por el director de recursos humanos.

De modo que debemos luchar contra este, y otros mitos, como si estuviéramos en una verdadera guerra. Debemos desterrarlos de la mente de las gentes sencillas que confunden las cosas con tanta facilidad, diciéndoles “¡No, yo entré a trabajar en el periódico (o en la radio, o en la televisión) inmaculadamente! ¡Yo nunca me agaché porque eso nunca se ha hecho, señora!”.

Debemos hacer saber que en nuestra profesión se premia el esfuerzo y la profesionalidad. Los periodistas no nos rebajamos ante nada ni nadie, y de ahí radica nuestra independencia y nuestra objetividad.

Así que la próxima vez que alguien os insinué que habéis hecho favores para entrar de becarios, o que el leif motiv de haber estudiado periodismo era conseguir un puesto de tertuliano en el programa de esa gran comunicadora que es Ana Rosa Quintana, o cualquier otra quimera que pueda asolar a los profesionales de los medios, decir:


“¡No, yo soy periodista! ¡Respéteme como tal, a mí, y a mi profesión!”

Nosotros lo merecemos.

2 comentarios:

Lamijita dijo...

es un puto copia pega de tu propio flog!!!!
la auténtica labor del periodista, copiar pegar lo que le mandan de alguna institución pública
además tú que clases de consejos das si estás en paro,
se que es un golpe bajo, pero para joder nada más que vas a tomar café cuando yo no estoy
que poca verguenzaaaaa!!!!!!

Javier Acedo dijo...

Vaya, pues se me ha caido un mito tras leer esta otra lección de su maestría periodística.

Yo, que creía que el uso masivo de HEMOAL en las redacciones era fruto de increibles orgías judeo-masónicas-filo-gays-ositos-leather-destroyer...y va y resulta que es porque trabajan mucho y estan todo el día sentaditos en sus queaceres periodísticos.

Cosas de la vida como diría la filósofa!

No obstante, otra saludable lección de su puño y letra.

Porque su puño estará inmaculado,no?

THE UGLY FACED BOY

PD. si, tampoco tiene puta gracia esta reflexión, pero qué esperabas!

PD2. MANOS DE TOPO para MINISTROS DE CULTURA!

PD3. Obama no es NEGRO COÑO! Es MULATO!