lunes, 17 de noviembre de 2008

V.- La gerencia de un medio de comunicación

Hoy, el germen de lo que podría llegar a convertirse en una tradición se abre paso a través de estas humildes enseñanzas.

Hoy, en un alarde de esfuerzo, uno de nuestros bien amados protectores, uno de esos grandes benefactores, por todos conocidos y por nadie ignorados, nos muestra a nosotros simples mortales, una pequeña parcela de su enorme conocimiento.

Hoy, en la primera grandiosa colaboración que acoge esta vuestra casa/blog, un hombre que es ejemplo de todos esos grandes hombres que no necesitan mayores presentaciones nos mostrará cómo llevar a cabo y a buen puerto la bancarrota, digo, la gerencia de un medio de comunicación.

Hoy, Diego el Gerente, uno de esos Amos y Señor de las Cuentas, nos ilustrará.

El nombre de este gerente no es el real, su nombre ha sido modificado por motivos de seguridad. Cualquier parecido con la realidad no es casualidad.

Sin más dilación:



Buenas tardes. Lo primero es recordaros que el tiempo es oro, y como no quiero que vagueéis más, pequeños seres, relataré un par de rápidas directrices que hasta vosotros, en vuestra estrechez mental, que no anal, sé cómo habéis conseguido vuestro puesto en los medios, podréis seguir para medrar en vuestra vida profesional.
Como dice mi buen amigo C. Montgomery Burns: “Tres son los demonios que uno debe evitar si quiere triunfar en el mundo de los negocios: familia, religión y amistades”. Así, si escapáis de estas tres trampas estaréis en el buen camino hacia el éxito empresarial.
Otro punto del que tenéis que huir como si de la ética se tratara, es de los sentimientos de bondad, amabilidad, caridad, y derivados. Tenéis que disfrutar con machacar a la gente, pisotearla, someterla y oprimirla, humillarla a gritos… ¡Dios, cómo me estoy poniendo!... Si no disfrutáis con estas nimiedades, ¿para qué ser gerente? Por supuesto, doy por sentado que sois conocedores de que la falta de escrúpulos y moral es esencial, a la igual que la ausencia de toda culpa, a la hora de tratar a los trabajadores.
A los trabajadores hay que verlos como lo que son: dinero tirado a la basura. Cuando me cruzo con un periodista (o un fotógrafo, o el tipo de la puerta…), me entran tantas ganas de partirle la cara y romperle las piernas porque sé que su trabajo podría hacerlo un niño tercermundista con uno de esos ordenadores tan baratos y sin apenas saber escribir.
Y cuando me presentan las facturas de comidas en el MacDonalds, o de viajes en el autobús, es que ya les arrancaba el pito a pellizcos. Pero un buen gerente nunca mezcla el placer con el trabajo, y hace de tripas corazón para saludar a ese mierda chupatintas como si fuera su mejor amigo de la mili. Acostumbraros a pasear entre desagües monetarios porque si no acabareis locos por el estrés.
De todas formas para aliviar esta tensión siempre podéis vociferar insultos a todo el mundo y decir que los que te rodean son unos ineptos buenos para nada. Después, los despidos a dedo, el hecho de que los sueldos sean paupérrimos gracias a tu gestión, y engañar al personal con tratos en los que ellos no conocen ni la mitad de lo que ocurre, ayuda a rebajar la presión de estar todo el día tocándote los huevos, y oliéndote los dedos después.
Eso, e ir de vez en cuando de pilinguis a las que escupir en la boca, y a un lugar en las afueras en el que por un módico precio puedes darle una paliza a un becario de mierda, hace que la vida tenga sentido.
Y poco más hay que saber: lamer culos de gente que está por encima de ti (aunque no sabes cómo, porque son igual de gilipollas que tú), y organizar desayunos en los que gastar lo que te ahorras en colaboradores, son ocupaciones que se perfeccionan con la rutina de esta profesión.
Y sin nada más que decir, hoy soy yo el que despide este espacio en el que se me ha dado la oportunidad de poder ilustraros aunque sea un poco, a vosotros fieles esclavos de la comunicación.
Ah, por cierto, si una tía os ofrece sexo brutal a las afueras a cambio tan sólo de que estéis de beca en algún medio, no seáis desconfiados y subiros en su furgoneta, leñe, que cada vez es más difícil pillar a un buen becario al que pegarle una palicilla.


Diego, el gerente buena ente

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánto echabamos de menos al gerente buena gente! cuánta sabiduría!

Javier Acedo dijo...

Cómo Saul cuando vió la luz de Dios, así me siento yo.

He visto la luz en el rostro y en la pelambrera de este magno hombre.

Eres mi dios!

THE UGLY FACED BOY

PD. bueno, para ser sinceros, por encima de usted solo esta Patrick Bateman, pero es que difícilmente podrá superar su sapicencia.